domingo, 30 de octubre de 2011

Réquiem por Ernesto Capuano Del Vecchio

"Ernesto Capuano falleció en la ciudad de México, el 6 de mayo del 2008. Murió  como vivió, sencillo, modesto y pobre, congruente y vertical hasta el fin de su vida." http://www.ernestocapuano.info/index.php?cmd=blog&post=32 

Después de esta triste noticia, se gestó la repatriación de las cenizas de Ernesto Capuano Del Vecchio a la ciudad de Quetzaltenango, el 21 de noviembre del mismo año 2008. Don Guayo Ordóñez, Profesor Universitario, como parte del grupo de personas que organizaron el proceso de repatriación, me invitó a participar en dos homenajes que se realizarían en dicha fecha, uno en la Municipalidad de Quetzaltenango (por la mañana) y otro en el Centro Universitario de Occidente (por la tarde), proponiéndome cantar algunas canciones. Accedí, por supuesto, solicitándo información sobre la vida de Ernesto Capuano, con el fin de encontrar las canciones más apropiadas para el momento. Recibí la información que incluyo más abajo, y tuve la suerte de encontrarme al leerla, con la posibilidad de escribir una canción que pudiera entregar -cantando- en aquel momento.

La noche previa a los homenajes, cuando la delegación de guatemaltecos que viajaban de México, trayendo las cenizas a Quetzaltenango, llegaba a esta ciudad, les dí a conocer lo que había logrado y solicité su aprobación para cantar "Réquiem por Ernesto Capuano" al día siguiente, con lo que estuvieron de acuerdo.

A continuación comparto toda la información que recibí sobre Ernesto Capuano y luego presento el texto del "Réquiem" que escribí, así como un video "artesanal", con el que se puede escuchar la canción.

E R N E S T O   C A P U A N O
¡ Un guatemalteco íntegro y ejemplar !

Ernesto Capuano del Vecchio nació el 20 de noviembre de 1914, en la ciudad de Quetzaltenango, en el seno de una familia acomodada dedicada a la agricultura.  Cursó estudios primarios en esta ciudad, en donde fue compañero de escuela del futuro coronel Jacobo Arbenz Guzmán, quien sería miembro de la Junta Revolucionaria y el segundo presidente del régimen democrático surgido a partir de la Revolución del 20 de Octubre de 1944.
           
Siendo apenas adolescente empezó a vincularse con las ideas socialistas. A los 14 años ya era lector atento de El Capital y mantenía relación con Jacobo Sánchez y Humberto Molina, intelectuales de ideas marxistas. También se relacionó con los organizadores del Partido Comunista de Centroamérica, sección Guatemala, después Partido Comunista de Guatemala, el primero de su tipo en el país.  Este partido tuvo una vida de aproximadamente 10 años, que concluyeron con las redadas y fusilamientos de 1932, que organizó el dictador Jorge Ubico. Entonces fueron asesinados Juan Pablo Wainright y posteriormente Bernardo Gaitán, al tiempo que eran encarcelados durante más de 12 años Antonio Obando Sánchez, Juan Luis Chihuichón, Luis Villagrán y otros más.

Para aquel entonces Ernesto Capuano se encontraba terminando el bachillerato y poco tiempo después ingresaría a la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos, donde concluyó sus estudios, pero no llegó a graduarse debido a la persecución ubiquista.  En 1938, viajó a la Ciudad de México para participar en el Congreso Mundial Antifascista  pero ya no pudo regresar a su patria, impedido por la dictadura. Desde aquel momento, estableció una relación amistosa que duraría toda la vida con el dirigente sindical y socialista Vicente Lombardo Toledano, fundador de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y del Partido Popular, después Partido Popular Socialista (PPS).

La dirección del PPS siempre le tuvo  gran estimación y respeto a su valía intelectual y moral. Le tocó vivir la expropiación petrolera decretada por el presidente Lázaro Cárdenas el 18 de marzo de 1938, y la profundización de la reforma agraria, ambos pilares de la Revolución Mexicana. Concluyó sus estudios de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lo que le permitió ganarse la vida como litigante y dedicarse a la empresa de toda su vida: apoyar y participar en el cambio social.

Cuando el dictador Ubico fue derrocado en 1944, al igual que otros exiliados como Luis Cardoza y Aragón, Alfonso Solórzano, Juan José Arévalo, Miguel García Granados y Clemente Marroquín Rojas, Ernesto Capuano regresó a Guatemala y se integró en una efímera organización socialista llamada Vanguardia Nacional.

A fines de los años cuarenta conoció a la que después sería su esposa, Carmen García Zepeda, conocida cariñosamente como Carmelita por sus amigos, originaria de Coahuila, con quien se casó en 1951 y lo acompañó a vivir a Guatemala.  Durante el período de la revolución de octubre, fue militante y Secretario de Asuntos Agrarios del Partido de Acción Revolucionaria (PAR) y después del Partido de la Revolución Guatemalteca (PRG) y contribuyó al avance del proyecto revolucionario participando en diversas iniciativas. Entre ellas, difundiendo los planteamientos de la economía política, que son esenciales para interpretar la realidad económico-social con base en el materialismo dialéctico.

Contribuyó a la concepción de lo que después sería el Decreto 900: Ley de la Reforma Agraria. Además, fue Jefe del Departamento Agrario Nacional (DAN) y al momento de ser derrocado Arbenz, era Director del Banco Agrario.  Luego de la intervención Estadounidense y el triunfo de la Contrarrevolución en 1954, obtuvo asilo diplomático en México, país donde vivió desde entonces trabajando como abogado para ganarse el sustento diario y, sobre todo, participando de diversas maneras a favor de la izquierda y la revolución en América Latina.

Fue exiliado defensor de exiliados del continente. En México comenzaría otra etapa en su vida de abogado y revolucionario. Se convirtió en gestor solidario ante la Secretaría de Gobernación de los asuntos de todos los exiliados guatemaltecos y posteriormente de los asilados y emigrados de Centro América y de toda América Latina y el Caribe. Se calculan en varios miles los casos que  resolvió ante dicha Secretaría y por los cuales nunca cobró un solo centavo.   Ernesto Capuano fue apoderado para distintos aspectos jurídicos del también exiliado Jacobo Arbenz Guzmán, ex presidente guatemalteco durante el período de la Revolución de Octubre. 

Carmelita también fue solidaria en las gestiones hechas a favor de los asilados, al tiempo que la residencia familiar en Bucareli, una de las avenidas importantes de la Ciudad de México, un departamento construido allá por los años de 1905, le servía para desarrollar su inmensa y meritoria labor altruista. A la muerte de Carmelita, en 1996, su ahijada, doña Irma Checa, que vivía con ellos desde 1992, siguió en la casa apoyándolo y asumiendo su cuidado, pese a que conforme avanzó su edad aumentaban las exigencias y las atenciones por él requeridas.

Desde muy pronto, la alta política mexicana aquilató la generosidad de Ernesto Capuano. Así, entonces, el presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) ordenó que se le diera toda la ayuda posible en sus gestiones a favor de los desterrados, sentando las bases para su fructífera labor durante varias décadas.

Para  el segundo lustro de los años cincuenta, Capuano había ingresado al Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), siendo su tarea principal la ayuda solidaria realizada a favor de los exiliados guatemaltecos y de cualquier otro país. Su convicción ideológica se integró, así, con su enorme condición humana y lo marcó para siempre.

Con el nuevo ascenso del movimiento revolucionario en los años 80, elevó su participación en la lucha, mantuvo siempre una posición honesta y de respeto irrestricto a su ideario revolucionario. 

Una de sus ideas centrales es que la izquierda guatemalteca en particular y la oposición en general deben unificarse y supeditar a ese objetivo cualquier sectarismo e interés personal o de grupo, pues estaba convencido, que esa unidad es esencial para el avance de las fuerzas opositoras a las dictaduras que hemos sufrido a lo largo de nuestra historia y los regímenes antidemocráticos que sacrifican el futuro del país y de su pueblo enarbolando la bandera del neoliberalismo y la globalización que encabezan las empresas transnacionales.

Capuano fue  siempre un hombre íntegro y coherente con sus principios e ideales. Por eso, no fueron pocas las veces que el poder lo buscó para congraciarse con él y lucir tal acercamiento como un trofeo inestimable. En 2001, el gobierno de Alfonso Portillo, a través de su embajada en México le ofreció la Orden del Quetzal, pero, Ernesto Capuano la rechazó por un mínimo de congruencia consigo mismo, pese a que incluía un estipendio mensual nada despreciable para quien no tiene ingresos fijos y se encontraba ya en el ocaso de su vida.

Igual rechazó la posibilidad de que como un reconocimiento a su enorme labor gratuita, se le gestionara ante el Gobierno de Guatemala una pensión vitalicia. En ambos casos expresó que pensando cómo pensaba, mal podría aceptar la ayuda de un gobierno neoliberal poco o nada preocupado por el futuro del pueblo de Guatemala.

Capuano caminó en su vida haciendo todo lo que pudo por los demás, sin esperar nunca nada a cambio. Acaso por ello no hubo amargura alguna en su corazón, pese a que las decenas de personas que antes lo buscaban para un trámite o para que les resolviera un problema legal ya no lo visitaban o regresaron a sus países.  Así las cosas, Ernesto Capuano del Vecchio vivió en México con una gran modestia y una gran dignidad, si bien su mente y su corazón no se separó nunca de su querida Guatemala.

En el XXIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), celebrado en la Antigua Guatemala en noviembre de 2001, la Universidad de San Carlos y los congresistas le rindieron un homenaje que Capuano agradeció infinitamente y que guardó en su memoria como uno de los tesoros más apreciados. En ese entonces, se llegó a pensar que la Universidad de San Carlos, podría darle alguna ayuda para que escribiera análisis históricos, lo cual no fue posible.

Una caída sufrida el 23 de abril del 2008 lo dejó postrado, con grandes dolores, sufrimiento que su anciano cuerpo a la postre no pudo resistir. Falleció en la ciudad de México 6 de mayo del 2008.  Ernesto  Capuano murió  como vivió, sencillo, modesto y pobre, congruente y vertical hasta el fin de su vida.  Al igual como ha ocurrido con otros guatemaltecos, la muerte de Ernesto Capuano fuera de su patria, es una muestra más, de que la verdad y la justicia aun están ausentes de Guatemala.

El Centro Universitario de Occidente de la Universidad de San Carlos, contribuye modestamente a reconocer el alto valor de Ernesto Capuano,  quezalteco progresista que con el ejemplo de su vida, deja muchas enseñanzas a los universitarios del Occidente de Guatemala e invita a las nuevas generaciones de universitarios y a la población en general a conocer su historia y la de muchos quetzaltecos y occidentales que a lo largo del siglo veinte, aportaron su esfuerzo y su ejemplo para una mejor Guatemala.

El texto del "Réquiem" es el siguiente:
  
"Réquiem por Ernesto Capuano Del Vecchio"
Otoniel Mora. Xela, 18-19 de noviembre del 2008

Otoniel Mora cantando
"Réquiem por Ernesto Capuano"
en el homenaje del día 21-11-08,
en la Municipalidad de Quetzaltenango.
Este hombre caminó
Siempre derecho
Para él la humanidad
Era el destino de sus hechos

El sitio en que nació
Lo vió marcharse
Porque su integridad 
Lo hizo enemigo de agacharse

En hermano país
Hizo trinchera
Por lograr que el maíz
Alimente a su gente entera

Llevaba en su visión
La primavera
Poniendo el corazón
Para romper toda frontera

Por recordar lo que la historia olvida
Existe la memoria popular
Que sabe que Ernesto con su vida
Siempre fué luchando
Siempre fué luchando
En busca de nuestra libertad

Este hombre fue abogado                     Este hombre representa
En el destierro                                      La esperanza
De muchos otros más                           La paz y la hermandad
Que como él, se fueron lejos                 Que necesita Guatemala

Cada vez que el rostro                          En el frío que nos deja
De un migrante                                    Su ausencia
Parecía no dar más,                              Nos toca recordar
Todo arriesgó por levantarle                  Para aprender de su grandeza

Este hombre no olvidó                          Este hombre no vendió
Que aquí en su tierra                             Nunca su esencia
No se alcanza la paz                             Ningún mercado vió
Aunque no tengamos más guerra          Que él doblegara su presencia

Se ocupó de la tierra                            Y trabajó sin pausa
Y de la idea                                          Y con cordura
Que cuando damos más                       Por eso su tesón
Las mentes vencen a la guerra              Fue siempre toda su armadura

Por recordar lo que la historia olvida     Este hombre que hoy
Existe la memoria popular                    Nos toca la memoria
Que sabe que Ernesto con su vida        En esta tierra acostumbrada
Siempre fué luchando                          A olvidar
Siempre fué luchando                          No debe quedar fuera
En busca de nuestra libertad                 De la historia
                                                          En esta tierra acostumbrada
                                                          A llorar

Este hombre caminó
Siempre derecho
Fue todo humanidad
Ernesto Capuano Del Vecchio 

 

viernes, 28 de octubre de 2011

Cancionero Virtual

Hace poco tiempo no me hubiera imaginado la posibilidad de que la música se pudiera "colgar" en una página de internet y quedara "lista" para ser escuchada por cualquier persona, frente a una computadora, dispuesta a conectarse con el "mundo virtual". ¿Qué vendrá después...?

"...la última guerra es con mando a distancia", nos dijeron Fito Páez y Joaquín Sabina, en "Llueve sobre mojado", al mismo tiempo que nos hacian recordar las imperfecciones del amor, cuando "ayer Julieta denunciaba a Romeo, por malos tratos en el juzgado".

Ni modo, el amor es imperfecto, seguro porque hablamos de que eso suscede entre dos personas (imperfectas, por defecto).  Pero bueno, no es ese el punto. El asunto en realidad es que me dispuse a aprovechar esta maravilla del mundo virtual y estas conexiones tremendas que nos facilita el internet, para arriesgarme a poner mis canciones en este medio. Digo arriesgarme, porque me imagino que este mundo virtual es tan imperfecto como el amor, o como el mundo real que vivimos. Y el riesgo en fin es que, a alguno le guste una canción, a otra persona no, alguno "se la tome muy a pecho", otra prefiera no escucharla, o en fin, pase cualquier cosa, cuando entren en contacto con personas (imperfectas por defecto, como yo).

Pero estos riesgos al final de cuentas, ya los corrieron las canciones sin darse cuenta, cuando vieron la luz, en boca del cantor que las parió (aprendí de Silvio Rodríguez, que no por eso, las canciones deben considerarse hijas, sino compañeras, porque lo primero sería denigrarlas, y ellas vienen al mundo para estar con uno, a la par, gozando o sufriendo la respuesta de quien las oiga. Así que son compañeras!). Entonces el riesgo ya se corrió, por eso me decidí a "colgar" varias de las canciones que son compañeras mías, por haber nacido por mi boca y otras compañeras que encontré en el camino, para hacerme compañero de ellas.

Puse entonces ("y me costó un bigote" aprender a hacerlo!) dos "listas de reproducción" que voy alimentando poco a poco, para que quien quiera las pueda escuchar. En una hay "canciones de Otoniel Mora" y en otra "canciones de la Trova que Otoniel Mora canta" (alguna quizá no sea considerada una canción "trovadorezca" por sí misma, pero estará en la lista sin que nadie pueda quitarla, si no yo mísmo...)

La gran mayoría de las canciones colgadas están grabadas en vivo, y la explicación de eso es simple: muy poco he grabado en estudio, eso no se me ha dado mucho. Pero voy teniendo la fortuna a cambio, de grabar casi todo lo que canto en vivo. Esa fortuna es mayor aún, porque en vivo he tenido la suerte de compartir las canciones con grandes músicos, pero sobre todo grandes amigos (y alguna vez alguna amiga), a quienes seguro hubiera sido más difícil invitar a un estudio de grabación.

Es justo entonces que quede escrito aquí que en muchas de las canciones que acá están, se puede escuchar la música de Gabriel Rodríguez, que muchísimas veces está conmigo tocando la percusión (la batería, los bongoes, el cajón peruano, y otro montón de cosas que se le ocurre tocar); su hermano Danilo Rodríguez, que algunas veces ha tocado el piano y otros teclados; René Morales ha tocado también muchas veces su piano; Estuardo Tomás ha sido el bajista en muchas ocasiones; Emanuel ha tocado algunas veces la batería o las congas; Juan Carlos Ronquillo también ha dejado grabado el sonido de su bajo; Nisho también tocó al bajo alguna vez; Juan Carlos Godínez ha tocado sus saxofones y su flauta en varias felices oportunidades; Tito Pérez ha dejado grabado el sonido de su guitarra eléctrica; Fernando Juárez ha sido un compañero muchas veces con su flauta, su saxofón y su guitarra. Algunas veces también cantamos juntos Fernando López y yo, o lo hicimos como "Trova Tres" (Fernando López, Fernando Juárez y yo). Las oportunidades no han sido pocas. Muchas de ellas producto de la casualidad, lo que nos ha llevado a la improvisación musical, y sin lugar a dudas, a equivocarnos también, pero la emoción no ha faltado ni el amor por la música, que quizá sea una de las pocas cosas perfectas que conozco.

En las pocas grabaciones de estudio que se pueden escuchar entre las "canciones de Otoniel Mora", han participado Danilo Rodríguez (pianista, bajista y guitarrista), Fernando Juárez (flautista y saxofonista), Gabriel Rodríguez (percusionista y saxofonista), Juan Carlos Godínez (saxofonista y flautista), Rolando Mejía (el "mastur" baterísta), Emanuel (percusionista), Alex Flores "Beto" (precusionista), Teresa Krogman (violinista), Melvin Guzmán (chelista), Galen Huckins "Kevin" (pianista) y también se escucha en algunas canciones al Grupo Kenchas (Danilo Rodríguez, Gabriel Rodríguez, Edson Rodríguez, Kevin Escobar y yo).

Ah! la armónica la toco yo, y la guitarra... y canto!

Así que, con el amor por la música y las canciones, con la imperfección de ellas y con la mía, aquí está este Cancionero Virtual, reuniendo la perfección del amor de mis amigos músicos y el mío por la música!

domingo, 23 de octubre de 2011

Días de Ausencia

Un amigo me dijo que las verdaderas canciones son las que "tienen que ver con vivencias reales". Eso no significó mucho para mí al oírlo. Sin embargo pasado el tiempo, el 27 de octubre de 1999 (un miércoles por la noche, estoy seguro de eso…), estando en San Salvador, El Salvador, y conmigo la guitarra prestada (de Marita Isa, quien era responsable de que yo trabajara allá por aquellos días), en medio de la ansiedad que me producía estar solo, y pensando tanto...  nació de un solo impulso esta canción (no todas nacen así!).

¿Un parto sin dolor? Nada de eso!
Solamente fue rápido, pero el dolor estuvo presente, conmigo.
El dolor de hecho, creo que es el combustible del proceso!

Por supuesto pensaba y repasaba mis vivencias recientes y se hacían ciertas aquellas palabras a las que antes no dí crédito. Y la cosa fue linda! Una vez las sensaciones y las ideas tomaron forma de palabras y de música, aquella se convirtió en una noche entera para cantar la misma canción! hasta que “me la pude” como se diría en “salvadoreño” (hasta que “me la aprendí”, diríamos en guatemalteco).

No sé si mis vecinos del hotel pudieron dormir, pero yo no lo hice, no me hizo falta. El día siguiente era de trabajo y yo con la cabeza “llena de ausencia”. Por eso la canción tomó ese nombre, al día siguiente de nacida: Días de Ausencia. Ese habrá sido un día improductivo en el trabajo (como tantos que cualquiera puede tener, sea jueves u otro, principalmente lunes…), pero la noche anterior hizo conmigo esa canción, que hoy cargo y reparto por ahí, pero sigue teniendo el mismo destinatario del primer día.

La canción tiene que ver con alguien, por supuesto. Ese es el punto. Con una vivencia real, que más que vivencia tiene que ver con toda mi vida. Y tiene que ver -ya no hay más que explicar- con la ausencia de esa persona, que me removía la mente y las manos sobre la guitarra, hasta que el parto se dio.

Pasó algún tiempo (porque debí devolver la guitarra el jueves) para que la pudiera “mostrar” y siempre sentí que fue bien aceptada. Hablo de la aceptación de parte de su destinatario. Y también, de manera diferente que con otras canciones, siempre sentí confianza al ponerla a la vista. Siempre creí (y creo) que esa canción dice lo que yo quise decir desde que nació.

Para mí ha sido desde que está conmigo, "una canción de amor desesperado". Lo que pude decir en la canción es producto de la urgencia de volver a verla y de saber que pasarían días antes de eso, a pesar de no estar muy lejos. Creo que Días de Ausencia es una canción verdadera, y con eso no estoy diciendo que es una gran canción, sino que tiene que ver con "vivencias reales".

La ausencia terminó, pero como todas las ausencias, se repite cíclicamente. Vuelve a dolerme y vuelvo a tener necesidad de cantarla, cada vez que estoy en otros “días de ausencia”.

Nunca tuve que modificar ni una sola palabra de las que estuvieron en la canción desde el inicio. Eso ha sido particular en esta canción (en casi todas algunas palabras ceden su lugar a otras, pasado el tiempo). En la armonía sí, después de cantarla muchas veces agregué un par de acordes al final, “para que tuviera un final fuerte”.

La grabé, en medio de mis limitaciones al final de 1999, con la ayuda de Danilo Rodríguez (que tocó la guitarra de 12 cuerdas, el bajo y el teclado), yo toqué la guitarra nylon y canté. Luego buscamos a Rolando Mejía (“el mastur”) para que tocara la batería. Eso fue en Andes Producciones, de Xela. Creo  que en aquel tiempo Danilo y yo éramos aún parte del grupo Kenchas (del que recordaré y apuntaré historias y anécdotas en otras entradas futuras).

Decidí -ya que ahora se tiene a la mano tanta tecnología- que las imágenes que deberían acompañar la canción en este “vídeo artesanal”, debieran ser fotos del lago de Atitlán, o relacionadas con él, pero las razones me las guardo por ahora. Les invito a verlo.


El texto de la canción es este:

San Salvador, El Salvador, 27 de octubre 1999.

En estos días
Mi vida se detiene
Está en espera
De que puedas regresar

En estos días
Mi cuerpo se mantiene
Como la arena
Esperando que el mar

Vuelva temprano
Y acaricie su mañana
Y así descalzo
Me levante hasta volar

En estos días
Se desnuda mi conciencia
Huyen las sombras
Y viene la soledad

En estos días
Entiendo que tu presencia
Es lo que oculta
Mi pobre fragilidad

En estos días
La ciudad se hace más grande
Y la llovizna
Parece no terminar

En estos días
En que no escucho
Tus palabras
 Me he dado cuenta
Que también quiero callar
En estos días
En que vos estás ausente
He descubierto
Que también me ausento yo

domingo, 16 de octubre de 2011

Las cosas sobre la mesa...

Hace un par de noches empecé a escribir esta bitácora y creo que vale la pena poner varias cosas sobre la mesa desde el inicio, para que las que vengan después puedan entenderse "facilmente". Así que quiero poner a la vista un poco de mi historia personal en "los asuntos de la música y las canciones".

En julio del 2008, una revista local de Xela, llamada "Metrópoli Altense" (de la Ciudad de Los Altos, aunque acá vivamos un montón de chaparritos), publicó sobre mí un pequeño artículo (que aparece en la imágen de la derecha), escrito en primera persona  y que para no hacerle difícil la lectura, reescribo literalmente a continuación, con la intención de tener un "punto de partida" o un "marco de referencia" sobre las cosas que pretendo compartir en posteriores apuntes.

Acá lo que dice el artículo:

Arte
OTTO MORA
músico quetzalteco
Otoniel Mora Herwig

El día 15 de octubre de 1965, un día viernes, nací en Santo Tomás La Unión, Suchitepéquez, pero desde los dos años vivo en Xela. Así que soy venado de nacimiento y chivo por convicción.

Las primeras notas musicales que provocaron mi atención nacieron de instrumentos prestados: una "colombina", una "clarina" (instrumentos de juguete que alguien tuvo cerca de mí). Seguramente yo tenía menos de 10 años, porque recuerdo que a los 11 un vecino que tocaba en una iglesia evangélica me prestó su guitarra y un método de "auto-aprendizaje" (creo que con la intención de que yo asistiera a la iglesia, pero en realidad desde entonces y hasta ahora, soy poco religioso).

La guitarra prestada fué mi compañera de aprendizaje, quizá durante un año y cada tarde de sus 365 días. Después tuve que devolverla y se quedó truncado ese camino. Pero mi mamá, que era sensible a mi interés, viajó conmigo a Huehuetenango, en busca de una guitarra (que las de allá tenían fama), y regresamos con una de ellas, artesanal, de madera casi blanca, y buena, para lo que se pudo tener.  Esa guitarra se quedó conmigo unos meses y luego la vendí, para buscar otra mejor. Yo tendría entonces 15 años talvez.

Antes de esa edad pude encontrarme también con la marimba, en la Escuela San Juan Bosco, aunque por poco tiempo. Después tuve la oportunidad de estudiar y tocar marimba en la Escuela de Agrigultura, Bárcena, Villa Nueva, con lo que después pude incorporarme a la Marimba Ideal de Quetzaltenango, donde participé alrededor de 2 o 3 años.

En ese mismo tiempo (teniendo alrededor de 17 años) estudié música formalmente (por primera vez), como había querido siempre. Fué en la Escuela de Música Jesús Castillo de Xela (ahora Conservatorio de Música). Unos meses antes, con Fernando López (cantautor quetzalteco que no sé dónde anda) probamos suerte en el Conservatorio Nacional de Música (era 1983). Ganamos el examen de admisión y también una bolsa de estudio de Q.40.00 al mes (que no alcanzaba para casi nada), entonces yo no fuí a estudiar a Guate, solamente lo hizo Fernando.

Luego de eso se dió la oportunidad de formar un grupo de música andina, que siempre me gustó. Lo hicimos con Fernando Juárez y Herny López, se llamó Caudal (por un poema de Miguel Ángel Asturias que Fernando López había musicalizado). De este grupo se dió la posibilidad de pasar a los Kenchas, otro grupo de música latinoamericana que recién se había formado también.

En los Kenchas estuve 10 años. Grabamos 4 discos (Altiplánico, Llanuras, Escenario y Canto de la Calle). Con los Kenchas pude grabar varias de mis canciones que fueron hechas antes de estar en el grupo: Elemental, Hojarasca, Canto de la Calle, Te Propongo Cantar, y quedaron varias sin grabar.

La cosa de hacer cancioes empezó desde que empecé con la guitarra, después de la primera de ellas, cuando ya podía jugar un poco con los acordes, y a lo largo de los años han podido nacer y acompañarme durante todo este tiempo varias "compañeras", que disfruto cantando cada vez que hay una oportunidad.

Después de los Kenchas, de los que me aparté por falta de tiempo para seguir el trabajo, pude actuar con diferentes grupos temporalmente (Jazzúcar, Caudal, Tumbao) haciendo música de diferentes géneros.

Después de todo y viendo el inicio de esta historia, la música que más me interesa es la que logra trasladar ideas y contenidos interesantes y que puedan ser útiles. Por eso me ha dado por escribir canciones, que no pretenden más que poner a la vista algunas cosas y situaciones que no debieran pasar por alto, como la vida de la niñez en la calle, el trato que se da a los viejos, las cosas cotidianas que nos afectan, las esperanzas que nos mueven y también alguna que otra historia que tiene que ver con el amor, entendido como una de las fuerzas que mueve al mundo.

En la actualidad canto solo y cada vez que se puede con Altibajos, mis amigos músicos que han aceptado compartir mi música y la música que me gusta. Son algunos otros locos dispuestos a conllevar la carga de la música o ser cargados por ella.

Algunas personas me han preguntado por qué no canto solamente canciones hechas por mí. Pues... no lo creo necesario, además, hay tantas canciones hermosas y con tanta fuerza (que a mí me hubiera gustado componer) que no veo por qué privarme de la profunda satisfacción de cantarlas, por eso canto canciones de Silvio Rodríguez, de Joan Manuel Serrat, de Pablo Milanés, de Fito Páez, de lo que canta Mercedes Sosa, de Ismaél Serrano, de Joaquín Sabina, de Aute, y de otro montón de gente, que generalmente es poco conocida, por eso de hacer canciones que no están destinadas al mercado, sino a la gente. Al final, el mercado le ha hecho mucho daño al arte, cuando algunos artistas se dedican a lucrar con el arte y pierden su esencia de comunicación y estética.

Me siento una persona afortunada al poder dedicarme parcialmente y cada vez que la vida me lo permite, a la música, sobre todo a la cancón, y de tener muchas oportunidades de comunicarme con la gente a través de ella y lograr la complicidad de cantar algunas veces juntos, a gritos o chillidos, aquellas canciones que nos unen por instantes inolvidables. Un abrazo para toda la gente que vive la música como yo.

Julio 2008. Metrópoli Altense. Pág. 11

Ah! me olvidaba... como mi nombre es Otoniel, la gente me dice Otto, porque les resulta más barato...

viernes, 14 de octubre de 2011

Comenzando...

Hoy es 14 de octubre del 2011, y casi son las 11 de la noche (según el reloj de esta computadora deben faltar 14 minutos para eso... o menos, porque el tiempo no ha dejado de correr mientras yo trato de saber cuanto falta), pero bueno, el punto es que estoy comenzando... comenzando este asunto de salir por una puerta que no entiendo totalmente, pero que al parecer me lleva hacia otro mundo, a ese que le llaman virtual y que no estoy seguro si tiene más virtudes o más defectos. Pero hago esto buscando una luz y por eso esa es la imágen de la foto. Lo hago porque en los últimos días, con sus noches incluídas, lo que menos he podido ver es la luz, y no por su ausencia, sino por mi incapacidad de verla. La estoy buscando por consejo de una de las personas más queridas por mí (una porque quiero a muchas, incluso más que a mí...), pensando que haciendo, escribiendo, será posible reencontrar el equilibrio que se me perdió (en el optimista supuesto de haberlo tenido!).
Así que aquí está, este blog (acabo de averiguar que esa palabra se traduce como bitácora, y me gusta más esta... así que empiezo de nuevo estas dos últimas líneas).
Así que aquí está esta bitácora mía, para tratar de dejar huella, sin pretender nada más que dejarla.
Si usted la ve, sabrá que yo la dejé y será maravilloso imaginar que alguna letra puesta aquí pueda servirle de algo... de algo solamente.