sábado, 26 de marzo de 2016

Kenas, Charango y Zampoñas: KENCHAS

Kenas, Charango y Zampoñas... de estas tres palabras se hizo el nombre Kenchas, aunque la "z" de zampoña se cambió por "s", para que fuera "más legible", o más "pronunciable", y sonara en plural. Son los nombres de tres -de los numerosos- instrumentos, más conocidos en la música andina.


El grupo Kenchas ya existía, no sé por cuánto tiempo, cuando yo me hice parte de él. Eran "los hermanos Rodríguez" (Edson, Danilo y Gabriel), más Jorge Mario Mazariegos, así los conocí. 
Eso pasó una noche de viernes (creo que era viernes) en el CUNOC (Centro Universitario de Occidente, de la USAC, en Xela), en una velada estudiantil, en la que actuó el grupo Kenchas y también nosotros, que éramos el Grupo Caudal (Fernando Juárez, Henry López y Edgar Barrios, al que le decimos "silencio", porque no se le oye la voz, aunque habla a la perfección!).  

Recuerdo que a las pocas semanas de esa noche, Fernando Juárez se incorporó a los Kenchas, debido a que nuestro grupo Caudal andaba "medio débil". Luego, una mañana de tantas, mientras yo trabajaba en una conocida ONG de Xela, tuve la visita de "don Checha" el papá de los hermanos Rodríguez (que fué mi Profesor en tercero primaria, en 1973, en la Escuela San Juan Bosco de Xela) y me propuso ser parte del grupo Kenchas. Sin dudarlo le dije que sí, sin imaginar todas las implicaciones que esa decisión iba a tener en mi vida, no solo en lo musical. La principal consecuencia fue que el Grupo Caudal desapareció. (Es importante decir que Edgar Barrios, años después se convirtió en Profesor del Conservatorio de Música de Quetzaltenango, en el instrumento "contrabajo", mientras que Henry López ha sido catedrático universitario desde antes de aquel momento. Otro dato es que Jorge Mario Mazariegos se retiró del grupo Kenchas unos meses después de la incorporación de Fernando Juárez y yo).

Siempre me gustó la música latinoamericana y la música andina en particular. Me llamaba la atención el charango y los instrumentos de viento andinos (que son muchos!) de los que se conocen generalmente la kena y la zampoña. Me gustaba especialmente la música latinoamericana relacionada con las reivindicaciones sociales y lo que comúnmente se ha llamado "música de protesta" (Quilapayún, Quinteto Tiempo, Inti Illimani, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Víctor Jara, Víctor Heredia, entre muchos). Así que la idea de estar involucrado en el grupo Kenchas fue una tentación muy grande, que finalmente se convirtió en alrededor de 10 años de ser parte de esa pequeña familia de músicos, entre 1,990 y el año 2,000. No obstante todo lo que vivimos como grupo, la razón por la que finalmente me alejé, es mi necesidad de cantar, principalmente mis propias canciones, y eso en el grupo no pasaba lo suficiente para mí. Así que un día de tantos me separé.

Un día 16 de septiembre, en el frontispicio de la Municipalidad de Xela.
Durante la mayor parte de los 10 años en que participé en el grupo, los miembros fuimos: Danilo Rodríguez, director musical (tocaba charango, tiple, guitarra, arpa, contrabajo, y posteriormente piano); Edson Rodríguez (tocaba kenas, zampoñas, charango y percusión, además hacía coros); Gabriel Rodríguez (tocaba percusión, charango y posteriormente saxofón alto); Fernando Juárez (tocaba kenas, zampoñas, flauta transversa y guitarra y además cantaba); Kevin Escobar (tocaba kenas, charango y percusión) y yo (que tocaba guitarra, cuatro venezolano, contrabajo y cantaba). En las últimas épocas se sumó Alejandro Morales (kenas y zampoñas) y luego su hermano Mario Morales (violín y bajo). 

Con el Grupo Kenchas vivimos cosas muy intensas. Nos hicimos la "rutina" de actuar cada primer domingo de mes en el parque central de Xela. Algunas personas nos reclamaron en la calle, cuando dejamos de cumplir esa "tradición". Esas eran largas jornadas musicales, en las que podíamos hacer casi 10 horas de música, desde la media mañana hasta la noche. La gente se aglomeraba para escucharnos y se lograba generar en pleno parque, un ambiente "muy familiar". 
En el centro del parque central de Xela.
Personalmente me pasaron muchas cosas interesantes al ser parte de Kenchas. Por ejemplo, nunca me di cuenta que Gabriel tenía solamente 13 años y Danilo 15!! En realidad eran "cuasi niños", pero eran ya músicos "hechos", que no tenían ningún problema en cualquier escenario y estaban en condiciones de interpretar mucha música. Sencillamente no me dí cuenta de su edad. Yo tenía 25. Así que nos involucramos juntos en un montón de aventuras sin pensarlo mucho. 

Así tocamos en varios sitios del país y también fuera de él, aunque no en todos los casos viajamos todos. El grupo actuó en Chiapas, en San Salvador y estuvimos a punto de viajar a Cancún. Recuerdo que estuvo en nuestro estudio una delegación de personas del Gobierno local de Cancún, que se habían reunido con la Municipalidad quetzalteca por razones de "amistad entre los pueblos" o algo así. Se acercaba también, algo como un "carnaval" en Cancún y nos proponían viajar a esa festividad. Nos preparamos para ello, musical y "logísticamente". Hicimos varias "maletas de madera" para nuestros instrumentos, preparamos los pasaportes y el ánimo. 

Estuvimos listos para viajar... era 1994 y entonces ocurrió en México una crisis económica que tuvo efectos a nivel mundial! Era el gobierno de Ernesto Zedillo y todo aquel problema iniciado en México se conoció como "Efecto Tequila". Para nosotros fué terrible, porque con la devaluación que el peso mexicano sufrió, nosotros sufrimos la suspensión de todo aquello para lo que nos habíamos preparado... ni modo, nos quedamos en casa. (Hoy día, después de 22 años y con ojos de economista, me animo a decir que eso fué un efecto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte: USA, Canadá y México, pero eso es tema para otra discusión).

Con los Kenchas nos embarcamos en muchas aventuras, en nuestro afán de hacernos un lugar como músicos latinoamericanos. Hicimos cuatro grabaciones (mientros yo era parte del grupo, luego el grupo hizo una quinta grabación): 

          1. Altiplánico, en 1993
          2. Llanuras, en  1994
          3. Escenario, en 1996
          4. Canto de la Calle, en 1998, y
          5. Entre el Sueño y Realidad, en el 2000 (donde ya no participé)

Luego de que grabamos "Altiplánico" en el estudio de "don Pedro Son", un estudio muy peculiar, con una grabadora de dos carretes y ocho pistas, nos dimos a la tarea de instalar un "estudio propio". Este sería "Andes, Producciones Audio Digitales". Esto era un tremendo paso para nosotros. Era "hacernos empresarios" además de músicos, aunque en realidad no estábamos preparados para eso. Hicimos una gran inversión y asumimos grandes compromisos financieros, que nos llevó varios años cumplir. 
En esa época -1994- no existían las enormes posibilidades que hoy día hay para producir música incluso a nivel casero. Además era casi imposible acceder a un estudio de grabación profesional, porque el costo de todo eso era alto y solamente en la Ciudad Capital existían tales servicios. Nosotros lo hicimos. Lo hicimos pensando que íbamos a poder ofrecer a muchos músicos la posibilidad de grabar sus proyectos musicales y de esa manera contribuir al arte regional, al mismo tiempo que nos hacíamos de un "mecanismo empresarial" para darle sostenibilidad a nuestra "vida de artistas". En el estudio hicimos nuestras propias grabaciones (de la segunda en adelante) y se grabaron numerosos proyectos musicales de otros artistas de la región. Recuerdo entre muchos, al Grupo Empatía (donde el Tuco Cárdenas era baterista, por ejemplo); al grupo "Don Nadie", algunos grupos de la costa sur, algunas marimbas orquestas, incluyendo a la Marimba "Internacionales Conejos", etc. Hoy día el estudio sigue produciendo música, en manos de Danilo Rodríguez, que se convirtió gradualmente en productor y arreglista musical. Hoy es conocido como "Andes Producciones" y por ahí han pasado muchos artistas del país y de fuera de él.

Cuando grabamos "Canto de la Calle", con la idea de que en la canción se oyeran voces de niños, invitamos a muchos niños que estudiaban en la Escuela de Música Jesús Castillo, para hacer el coro. Las voces infantiles principales fueron grabadas por Erick Estrada (Poncharelo) y por Jenny Calderon. Además grabamos las voces de nuestros hijos! Fernando Juárez tenía ya dos hijos y yo tenía ya tres: Fernanda y Nando Juárez, Edson, Javier y Daniela Mora Torres. Por eso en el disco se escuchan varios comentarios y "discusiones interesantes" entre ellos (que no se ponían de acuerdo en cómo Dios apoya a los niños que viven en la calle...!!).

A lo largo del tiempo nos ocurrieron muchas cosas. Nos interesaba conocer instrumentos autóctonos (que nunca se terminan de conocer!) y siempre que podíamos nos hacíamos de algunos de ellos. En una ocasión tuve la oportunidad de viajar a Bolivia y vine cargando varios instrumentos nuevos: un "Ronroco" (charangón), algunas Tarkas (flautas de madera), etc. De Colombia -en otro viaje- pude traer un "Tiple" (una guitarra de 12 cuerdas, agrupadas de tres en tres), un cuatro venezolano (guitarra de cuatro cuerdas). 
Fernando y Edson se hicieron con el tiempo, "fabricantes" de zampoñas. Recuerdo que conseguían, de alguna manera, el bambú adecuado para construirlas y con el empeño necesario construían las zampoñas adecuadas a la música que tocábamos. Teníamos entonces "zampoñas cromáticas", que incluían todas las notas de la escala musical. 

También nos sonreía la fortuna... porque en algún momento, que no puedo ubicar en el tiempo, conocimos a Jerónimo Morinigo. un arpista paraguayo que llegó a Xela, para visitar -según nos dijo- a la familia de una persona de Salcajá, que en Estados Unidos trabajaba con él, en el oficio de fabricar arpas. Jerónimo era un arpista de muy alto nivel y pudimos tocar varias veces juntos mientras estuvo acá. Una vez en Salcajá, varias veces en el parque central de Xela, etc. Cuando llegó el momento de la partida de Jerónimo se dió la posibilidad de que nos "dejara" su arpa (vendida, por supuesto), pero él nos puso una condición: si alguien de nosotros aprendía a tocar en el poco tiempo que le quedaba a él en Guatemala, nos la dejaría. Y así fué que Danilo en una noche entera de trabajo, logró llegar al amanecer pudiendo tocar el arpa, para sorpresa de Jerónimo y alegría de Los Kenchas!!

Nunca volvimos a saber de Jerónimo, aunque quedó la posibilidad de que él volviera... 

En el camino también conocimos a Mynor Estrada (QEPD) un artesano carpintero, amigo nuestro, que poco a poco se hizo "luthier". Así fabricó (para nosotros y otros músicos), "bombos legüeros", kenas, charangos (de madera, porque algunos de América del Sur, son hechos de la concha de un armadillo, como el de la imágen de la derecha). Algunos instrumentos hechos por Mynor aún están con nosotros, especialmente con Fernando Juárez. 
Mynor y su hermano Amilcar, junto a Fernando Carranza "Fiera Cinco" (un artesano del metal y pintor) y Víctor Estrada, habían formado el Grupo Kenias, que posteriormente se llamó Hachaguairas (que nunca supe qué quería decir!). 
Fue lindo conocer a otros músicos interesados en la Música Andina porque eso nos hacía intercambiar conocimiento y posibilidades. Así conocimos también a otros músicos que llegaron de Bolivia, llamados Kusillajta, con quienes también intercambiamos varias veces en Xela. 

En estos intercambios, que no solamente se dieron con músicos y artistas, sino también con otras personas que se interesaban en lo que hacíamos, nos enteramos en una ocasión que la palabra "Kencha" tiene un significado específico en Quechua: significa embrujo, sortilegio, hechizo. Eso nos sorprendió, especialmente porque alguna persona de Bolivia incluso nos recomendó que cambiáramos el nombre a nuestro grupo, porque "no era un buen nombre". Nosotros "resistimos" y mantuvimos el nombre! jejeje! porque como quedó dicho al inicio, "kenchas" fue una palabra construida como un "anagrama" de partes de los nombres de nuestros instrumentos más emblemáticos. 

En fin, fué una época linda aquella! 

Aún siendo parte del grupo (en 1996), escribí la canción "Kenas, Charango y Zampoñas", en que pude describir más o menos lo que hacíamos y nos pasaba. Irónicamente la canción está escrita en tiempo pasado... como para darla a conocer ahora, cuando sólo podemos ver al Grupo Kenchas como un lindo recuerdo. Aún no tengo claras las razones por las que mi canción nunca fué grabada o por lo menos interpretada por el grupo. Creo que nunca fué "necesaria". Así que se quedó en la maleta de las canciones que esperaban su momento. 

Este es el texto de mi canción:

Otoniel Mora
14 de septiembre de 1996


Eran los días de fines de escuela
Sentíamos que algo buscaba salida
Hayamos con quien compartir las esperas
Sin saber lo que nos guardaba la vida

Queríamos solo burlar cada pena
Y nos envolvió con su encanto la kena

Corrimos entonces más de una aventura
Y nos sonreía más de una criatura
Sabíamos que aún era cosa pequeña
Pero decidimos hacerla más bella

Creció nuestro canto en Quetzaltenango
Las plazas oyeron cantar al Charango

Los años nos han empujado sin tregua
Y nos ha tocado inventar las respuestas
A veces la vida parece muy negra
Pero hemos logrado las luces que fueran

La música endulza la amarga carroña
Lo aprendimos al escuchar la zampoña

Sabemos que el tiempo se roba los sueños
Por eso luchamos por vuestros aplausos
Para acumularlos en nuestros recuerdos
De cada lugar que fue nuestro escenario

La luna de Xela nos sigue alumbrando
Por eso cantamos a Quetzaltenango 

Se puede escuchar mi canción en el siguiente enlace:
(... y creo que descubrirán que la letra ha ido evolucionando!)

https://soundcloud.com/ltibajo/09-kenas-charango-y-zampona

10 comentarios:

  1. Le saludo cordialmente, quisiera preguntarle si aun es posible conseguir la música de los kenchas.

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    1. Dificilmente Victor Manuel, pero envíeme una dirección de correo electrónico.

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    2. Yo tenia la misma pregunta. Tenia una grabación en cassette del album Escenario, me gustaría averiguar si es posible conseguir una copia en forma de CD o mp3. Gracias

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    3. Vamos a tener noticias sobre estas inquietudes en algunas semanas.

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  2. Me encantó la forma en que percibiste al grupo Oto, cada quién tuvo una perspectiva distinta, pero en un alto porcentaje la visión fue la misma para todos. Gracias por todo lo que en su tiempo brindaste a Los Kenchas. Y no me quiero morir sin volver a dar un concierto con todos.

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