Marimba “Surcos Sonoros”
Instituto Técnico de Agricultura -ITA-
Reseña del período 81-83
P. Agr. Rolando Otoniel Mora Herwig. Número de Antigüedad 4335-2356
Desconozco desde
cuándo el ITA contaba con un instrumento de Marimba, o si tuvo integrado un
Conjunto de Marimba. Por eso esta reseña se limita al período en que fui
estudiante de dicho Instituto y a la vez, miembro de su Conjunto de Marimba
“Surcos Sonoros”.
En el período 81-83 aún se llamaba Instituto Técnico de Agricultura, la que posteriormente se llama Escuela Nacional Central de Agricultura -ENCA-
¿Una Marimba en el Instituto
Técnico de Agricultura?
Al inicio de
los años 80, algunos institutos de educación pública del país, contaban con un
conjunto de Marimba, puedo mencionar la Marimba del INVO y la del INSO, en
Xela; las de los institutos de educación básica en la ciudad capital (INCA, “la
normal”, etc.). “Por el estilo”
seguramente existían en varias cabeceras departamentales. Eso también pasaba en
algunos colegios privados, aunque eso era más raro.
De tal
cuenta que ¿por qué no… contar con un Conjunto de Marimba en el ITA?
En 1981
Ciriaco Umul, recién llegado al ITA como estudiante de la Promoción 81-83, en
sus caminatas por los edificios sin uso de la Escuela, descubrió que en una de
las habitaciones del Sector cinco (se llaman "sectores" los cinco edificios de dormitorios de la ENCA), se encontraba una marimba. Intentó entrar por la puerta, pero estaba
cerrada. Al siguiente día se animó a
quitar unas “paletas” de la ventana de la habitación y entró (al final de
cuentas, creo que todos los estudiantes del ITA, aprendimos a quitar y poner
esas “paletas” de vidrio de las ventanas, para entrar o salir sin pasar por la
puerta principal del “Sector”).
La marimba
estaba llena de polvo, toda la habitación estaba en abandono. Limpió la parte
que sabía tocar (el pícolo), la parte más pequeña de la marimba, donde se
producen las melodías. Se puso a tocar algunos temas conocidos como: Lágrimas
de Thelma (de Gumersindo Palacios), Noche de luna entre ruinas (de Mariano
Valverde), Ferrocarril de los altos (de Domingo Bethancourt). Al día siguiente, la música atrajo la atención
de Otto Cabrera (QEPD) quien sabía tocar el centro armónico, y ahí se inició
toda una historia de Surcos Sonoros. Emocionados decidieron limpiar la
habitación, limpiar la marimba, reponer algunas partes de la marimba, que ellos
podían arreglar, para que las melodías se escucharan bien.
Transcurridos
unos 20 días llegó al lugar “de ensayo” el profesor Valle Dawson (Perito
Forestal y Profesor de Dasonomía, Silvicultura y cursos relacionados con
Recursos Forestales), quien se alegró mucho y dijo que hablaría con el
Director, para que apoyara. Poco a poco se incorporaron otros compañeros que
sabían tocar Marimba. Así que el año de 1981 fue un buen año para la
conformación del conjunto, que en el año 1982, salió a representar al ITA en
distintos lugares y eventos.
El Impulso para la conformación
del Conjunto de Marimba Surcos Sonoros
Creo que fue
durante a mitad de mi primer año en la Escuela, que “descubrí” que había una
Marimba. La noticia me llegó casi de manera “subversiva”, en secreto. Alguien
que me había visto tocar guitarra, me preguntó si sabía tocar Marimba. Le dije
que sí y me contó que había una Marimba, maltratada y olvidada, en algún cuarto
del Sector 5, que también parecía abandonado.
Pocos días después empecé a escuchar que el Profesor Carmen Horacio Valle
Dawson (que
según entiendo, murió en el año 2003, EPD) tenía interés en “recuperar” el instrumento, habilitarlo, conformar y
formar un conjunto de marimbistas. Aunque no recuerdo quién fue aquella persona
que me habló de la Marimba la primera vez, estoy bastante seguro de que fue la
misma persona que me habló otra vez del tema, pero ahora con información más
clara sobre la intención de formar un Conjunto de Marimba. Creo que Valle
Dawson invitó “por nombre” a los estudiantes que, según sus averiguaciones,
teníamos algún conocimiento sobre la Marimba. Así fue que en algún momento nos
reunimos. Entonces escuché más de una vez, decir que tristemente, algunos estudiantes
habían bailado encima de la Marimba, en aquel cuarto donde estaba encerrada y
que eso se había repetido muchas veces.
Me parece
que, a esas alturas, Valle Dawson había hecho ya las gestiones necesarias con
la Dirección del ITA, para darle impulso a la Marimba. Era claro que él tenía
un gusto especial por esta música. También me resulta claro que contó con el
apoyo del entonces, Director Interino, Perito Agrónomo Danilo López (aquel nadador chapín que en 1965 cruzó a nado, el Canal de la Mancha, y que más
adelante fuera Padrino de la 81-83), quien siempre se mostró muy entusiasmado
con la idea. De paso hay que decir, que Danilo López también tenía aptitud
musical y eventualmente tocó con el conjunto que se formó. También era muy
interesante encontrarlo por la tarde, en el establo de la Escuela, donde tenía
“una mesita” de trabajo y un radio de baterías, donde escuchaba el programa
“Chapinlandia”, a las cuatro en punto…
Posteriormente,
cuando se instaló un Director titular en la Escuela, el Ing. Carlos Humberto
Leonardo Loyo (a quien por alguna razón se apodaba como “El Abejorro”), la
Marimba recibió mucho apoyo, para su fortalecimiento y la realización de
numerosas actividades, dentro y fuera de la Escuela.
¿Cómo nos integramos al Conjunto
de Marimba “Surcos Sonoros”?
Cuando
conocí la Marimba “Surcos Sonoros” (un par de semanas después de los primeros
rumores), el instrumento estaba ya bastante recuperado. Estaba limpia y varias
de sus piezas más frágiles (las clavijas) habían sido restauradas o
sustituidas. Debo decir que el nombre “Surcos Sonoros” siempre me pareció muy
Ad-hoc para este conjunto, dentro del marco de una Escuela de formación
agrícola. Es un nombre que resulta, incluso poético.
Recuerdo que
la primera vez que vi la Marimba, estaba Otto Cabrera Cortez (de la 81-83),
tocando “el Centro” (que a propósito, era “el puesto” que a mí siempre me gustó
tocar en la Marimba, ni modo… él había llegado antes), también estaba
Candelario Méndez (de la 80-82) tocando “las segundas”, un puesto “difícil” y
creo que también Ciriaco Umul (de la 81-83) tocando el Primer Pícolo. Más tarde
llegó Gerardo “Lalo” Villeda Lemus y también se instaló a tocar “segundas”. Por
mi afinidad con la armonía (el centro) yo me puse a tocar el bajo. Recuerdo que
pudimos tocar “Corazón de Obrero” (de Abel Sánchez), “Alegres Camineros” (de
José Plutarco Guzmán) y también tocamos “San Miguelito” (de José Antonio
Marroquín). Escuché decir a Otto
Cabrera, que él había ayudado a limpiar “a fondo” la Marimba y que había sido
un asunto complicado. El punto es que, sin mucho hablar, estábamos ya
involucrados en el asunto, tocando. Esa es una característica de los músicos:
Si se habla mucho no hay mucha integración, pero si inmediatamente se “hace
música”, la cosa fluye y empieza a ocurrir “la magia”. Así fue en ese caso, nos
fuimos haciendo compañeros, integrantes, miembros de la Marimba “Surcos
Sonoros”, de hecho, por el hecho de ponernos a tocar. No recuerdo que alguien
hubiera preguntado ¿Querés formar parte de la Marimba? O algo parecido.
Simplemente tocamos y luego de un par de horas la pregunta fue ¿Cuándo volvemos
a tocar?
Empezó “el trabajo”
Al inicio estaba
incompleto el conjunto, evidentemente, pero Valle Dawson ya lo tenía todo
claro. En la segunda reunión nos dijo que en un par de días se incorporarían
otros integrantes y el conjunto estaría armado. También nos habló de
“conseguir” un Maestro, para que nos instruyera y conformáramos un conjunto que
representara al ITA. Así empezó, en aquella época, una temporada
“muy sólida” de Surcos Sonoros, era 1982.
“Valle
Dawson” había tenido formación para ser cura (él mismo lo contaba). De esa cuenta, había recibido educación
“académica” musical y tenía los fundamentos para leer música, al mismo tiempo
que tenía aptitud para ello. Así que él se dio a la tarea de ayudarnos a
comprender un poco lo que significaba hacernos un “Conjunto Musical”. Recuerdo
que él consiguió la partitura de “Regalito de Amor” (de Alejandro de León), la
leyó frente a nosotros y nos dijo cómo tocarla. El no era marimbista, pero
entendía de música. Esa melodía estuvo entonces también, entre las primeras de
nuestro repertorio.
Puede ser
que la semana siguiente ya se incorporaran los otros miembros del Conjunto,
algunos de ellos ya con experiencia como “marimbistas”. Puede ser que fuera el
mes de marzo de 1982.
Después de
unas semanas, llegó el momento en que conformábamos “Surcos Sonoros”, las
siguientes personas:
Marimba
Grande:
1.
Pícolo: Ciriaco Umul, de Tecpán, Chimaltenango,
81-83. Era conocedor de la Marimba. Había tocado durante
tres años en la Marimba del Instituto Santiago, de la ciudad Capital.
2.
Tiple: “Chicho” Rodas (no
recuerdo su nombre, puede que fuera Narciso), de Santo Tomás Chichicastenango, El Quiché, 82-84,
quien ya tenía experiencia como marimbista.
3.
Centro: Otto Cabrera Cortez
(EPD), de San Andrés Itzapa, Chimaltenango, 81-83. Ya tenía experiencia como
marimbista escolar y tocaba guitarra.
4.
Bajo: Rolando Otoniel Mora
Herwig (yo), de Quetzaltenango, 81-83. Había participado en marimbas
escolares y tocaba guitarra.
Marimba Tenor
(la pequeña):
1.
Pícolo
segundo: Gerardo Villeda Lemus, de
Jalapa, 81-83. Era conocedor de la Marimba, guitarrista y cantante.
2.
Tiple
segundo: Candelario Ramos, de
Joyabaj, El Quiché. 80-82. Había tenido algunas
experiencias previas como marimbista.
Marvin Castillo, de Huehuetenango, 82-84. Era músico, guitarrista. Creo que él sustituyó a Lalo Villeda.
Julio de León, de San
Andrés Semetabaj, Sololá, 83-85. Creo que conocía de Marimba.
Se integró un año después, como sustituto de Candelario Ramos. Candelario
fue el primero en salir de este conjunto, porque era el único de la promoción
80-82. (las “segundas” son un puesto
difícil, que no les gusta a muchos marimbistas).
3.
Bajo
tenor: “Sangre” Canek, de
Petén, 82-84. Creo que conocía de
Marimba, antes de “Surcos Sonoros”. A veces era Valle Dawson quien tocaba este
puesto.
Violón,
Tololoche o contrabajo: Güichín
Sandoval, de Jalapa, 81-83, que se incorporó un poco después.
Batería: Edgar Díaz, “El Camarón”, de San Pedro Soloma, Huehuetenango, 81-83.
Estuvo dentro del conjunto durante un semestre y había tocado antes, en alguna
Marimba de Soloma. Después se retiró, por razones personales.
“El Tieso” Cantoral, de Jalapa, 82-84. Se incorporó al retirarse
“Camarón”. Creo que se hizo baterista en el proceso.
Había que estudiar Marimba…
Valle Dawson
se empeñó en que el ITA contara con un Maestro de Marimba, formalmente
contratado para que se encargara de “cultivar” a aquel grupo de jóvenes
marimbistas. Por aquel entonces estaba en su apogeo la “Marimba Nacional de
Conciertos”, que había conformado en la Dirección de Bellas Artes, el Maestro
Lester Homero Godínez (muy reconocido dentro y fuera del país, como marimbista
y como Director de Orquesta). Con sus habilidades de “negociador”, Valle Dawson
hizo contacto con dicha Marimba e hizo gestiones para que el mismo Lester
Godínez se convirtiera en Maestro nuestro. Eso no pasó, por razones que
desconozco, pero sí trabajó con nosotros “el segundo” de Lester Godínez, el
Maestro Alfonso Bautista (posterior Director de la Marimba Nacional de
Conciertos”, cuando Lester Godínez ya no estuvo). El Maestro Bautista estuvo con
nosotros una vez a la semana, por lo menos durante un mes y nos dejó
interesantes enseñanzas, de forma muy “académica”, sobre el Arte de ser marimbistas, pero al
final tampoco se pudo concretar su contratación y no lo vimos más.
Los
esfuerzos de Valle Dawson dieron fruto semanas después, con la contratación del
Maestro Salomón Guerra, un marimbista de enorme trayectoria, formado desde
pequeño, como los grandes Maestros de este Arte. El Maestro Guerra nació en Sanarate, El Progreso,
pero vivía en Villa Nueva y desde hacía varios años era jubilado de la Marimba
“Alas Chapinas”, de la Fuerza Aérea Guatemalteca. El resultó muy comprometido
con el trabajo de “Surcos Sonoros” y durante el resto del tiempo del 82 y el 83
fue quien guió nuestro camino musical.
Grandes jornadas musicales…
Con la
llegada del Ing. Carlos Humberto Leonardo Loyo como Director del ITA, la
Marimba “Surcos Sonoros” recibió mucho empuje. Él también era un amante de la
música de Marimba. ¡¡Incluso nos compraron “guayaberas” para que tuviéramos
uniforme!! Jejeje… Entonces fue que la
Marimba empezó a actuar en cada evento cultural que se realizaba en la Escuela.
Los actos cívicos, las recepciones para algunas visitas “importantes”, siempre
estuvieron acompañados con la música de la Marimba. Pero los momentos “grandes”
ocurrieron durante “la semana del árbol”, en que la escuela ¡se viste de gala! Por lo menos durante dos años (en el período
81-83) se realizaron, por iniciativa de Valle Dawson y entonces también con
mucho apoyo de Leonardo Loyo, encuentros con otras marimbas escolares. Llegaban al ITA las Marimbas del INCA
(Instituto de Señoritas, Normal Centro América), de la Escuela Normal Central,
de una Escuela de Música (no recuerdo el nombre), y esas jornadas eran muy
importantes para nosotros, como marimbistas.
Después de
aquello nos empezaron a invitar a encuentros y festivales de marimbas
estudiantiles en la Ciudad Capital. Al primero que fuimos se realizó en el
Gimnasio “7 de diciembre”. Fueron
actividades grandes, con asistencia de mucho público. Actuamos en el Teatro de
Bellas Artes, en la Ciudad Capital, en otra ocasión fuimos a un aniversario del
INCA, y así se fueron sumando actividades fuera de la Escuela.
Más
adelante, las gestiones de Valle Dawson nos llevaron al Programa “Campiña en
Televisión”, muy popular en aquella época.
Por aparte, el Programa “Nuestro Mundo por la Mañana”, que dirigían los
renombrados conductores de televisión, Carlos de Triana y Edgar Gudiel (Perito
Forestal), grabaron un programa de Surcos Sonoros, en el bosque del ITA. Ambos
programas se transmitían en lo que ahora se conoce como “televisión nacional”,
que en esos tiempos era la única señal de televisión que existía en el país
(Canales 11 y 3, respectivamente). También hicimos un Programa “Chapinlandia”,
en Radio Nacional TGW, el cual quedó grabado y tuvimos algunos KCT, las
personas cercanas a la Marimba (en aquel entonces, hacer una grabación musical
era muy difícil, no se tenía acceso a tanta tecnología como en la actualidad).
En esos
años, los Almacenes Paiz empezaron a organizar un Festival Nacional de Marimbas
Escolares (lo que tiempo después se fue convirtiendo en “El Festival de Marimba
Paiz”, que aún se realiza). La Marimba “Surcos Sonoros” fue invitada.
Compartimos el Festival con cerca de diez Marimbas, que llegaron de varios
centros escolares de la Ciudad Capital y de varios departamentos del país.
Recuerdo a la Marimba de Chichicastenango y la de la Escuela Municipal de
Marimba, de Quetzaltenango. El Festival
duró alrededor de un mes, y consistía en que, durante cada fin de semana, cada
Marimba actuaba en uno de los centros comerciales en que había un Almacén Paiz,
donde montaban un escenario y acudía mucha gente a escuchar. El último fin de
semana, el Festival culminó en el escenario del Gran Teatro, del Centro
Cultural Miguel Ángel Asturias (el mismo escenario donde meses después se
realizaría el acto de graduación de la Promoción 81-83).
El Festival
Paiz fue quizá el evento más importante en que participó este conjunto de
Marimba, que se acercaba ya a cambios en su formación, porque al menos cuatro
de sus integrantes terminaríamos nuestra carrera en 1983. Recuerdo que para el
festival estudiamos un repertorio “especial” y más grande. Estudiamos “Turismo
Guatemalteco” (de Higinio Ovalle), Danzón (de Belarmino “el chato” Molina),
Remembranza (de Faustino Valle), pulimos algunos sones que nos había dejado el
Maestro Alfonso Bautista y con especial esmero estudiamos el vals “La flor del
Café” (de Germán Alcántara). Recuerdo que, aunque el Festival Paiz no tenía
carácter de “concurso”, Valle Dawson “hizo la buya” en la Escuela de que
habíamos ganado el Festival, con nuestra interpretación de La Flor del Café. En
realidad el Festival no tenía un ganador, sino muchas marimbas participantes,
pero una ganancia que yo personalmente considero haber tenido, fue conocer
personalmente al Maestro Natanael Monzón (Autor de “Valle de la Esmeralda”),
quien llegó como Maestro de la Escuela Municipal de la Marimba de
Quetzaltenango.
Durante todo
el recorrido y especialmente en los últimos meses en que esa “formación” de la
Marimba “Surcos Sonoros” estaba integrada, realizamos numerosas actuaciones en
varios sitios importantes de Guatemala, como la Ciudad de Guatemala, Antigua
Guatemala, Sololá, Jalapa, Amatitlán, San Miguel Petapa, Villa Nueva, San
Andrés Itzapa.
Es
importante comentar, que para todo eso, “Surcos Sonoros” contó con la
disponibilidad de uno de los buses del ITA. Siempre fue “la Toyota”. Las
primeras veces con dificultad para llevar el instrumento, pero a medida que eso
se repetía, el piloto y un mecánico sabían que había que quitar las últimas
cuatro filas de sillones, para que la Marimba se acomodara en la parte de atrás
del bus. Así viajamos numerosas veces. Recuerdo que el piloto se llamaba
Rodrigo y Don Guto le decía “Rodríguez”… y con eso puedo agregar que don Guto
también fue parte de alguno de aquellos viajes musicales. (Don Guto, don Augusto de Leon Paredes, de Chichicastenango, fue uno de los Profesores más "emblemáticos" del ITA, recordado por varias generaciones de Perítos Agrónomos).
“Caravana Artística del ITA”
A medida que
la Marimba “Surcos Sonoros” fue adquiriendo “nombre”, fue requerida para actuar
en varias actividades públicas, fuera del ITA. Actuamos en veladas organizadas
por las Municipalidades, por lo que se empezó a crear espacio para dar a
conocer otros talentos artísticos que crecían en la Escuela. Así se fue
conformando una especie de “Caravana Artística del ITA”.
En aquella
caravana se desarrollaron varios “números artísticos” relacionados con el humor. Uno de ellos era presentado por Luis Emilio Melgar Pineda (Chipilín), junto a
Dennis Ronaldo Diéguez Selva, ¡eso era una cosa tremenda! Por su parte, también
tenía un número humorístico, Oscar Barrios (Oscarito), con Rony Miranda (un
“nuevo” para nosotros). Había también poetas y declamadores muy interesantes, como
Elfego Escobar y Erick Flores Méndez (recuerdo una parte de uno de sus poemas:
“El mar se hallaba en la orilla, y el mar se llamaría María, amaría y mamaría
leche espuma... y seguía así, como un trabalenguas). Elfego Escobar también tenía un número cómico
junto a Antonio Dardón y Dardón, mientras que Marvin “Botonetas” era
guitarrista. Otros compañeros de la 83-85 se empezaron a incorporar al “Elenco
Artístico” del ITA, tanto en la Marimba como en otras “especialidades”, entre
ellos Byron Mogollón, Miculax León, Mazariegos Cuyuch. Con esa caravana podíamos hacer veladas
completas, que alegraron a mucha gente.
Los “beneficios colaterales” y las
secuelas, de participar en la Marimba “Surcos Sonoros”
La Marimba
nos permitió viajar y conocer varios sitios del país, en momentos en que
normalmente, siendo estudiantes esas posibilidades serían muy escasas. Eso fue
muy enriquecedor. Además, conocimos a mucha gente e hicimos muchas amistades,
incluso algunos amores nacieron en aquellos viajes e intercambios. Recuerdo que
hicimos mucha amistad con las marimbistas del INCA y algunos romances nacieron,
¡mediando la música de Marimba! Esos beneficios también los aprovecharon los
compas que se sumaron a la “caravana artística del ITA”, porque en cada
actividad pública podíamos “hacer contacto” con mucha gente.
Algo muy
importante, es que haber sido parte de un conjunto de Marimba, nos dejó a
todos, no lo dudo, un aprendizaje particular sobre la música, que seguramente
cada quien ha usado posteriormente, en alguna parte de su vida. Personalmente yo, después de graduarme de
Perito Agrónomo, mientras estudiaba en el CUNOC, en Xela, trabajé como
marimbista, en la Marimba Ideal de Domingo Bethancourt, con lo que me pagué
alguna parte de mis estudios universitarios, antes de desempeñarme ya en alguna
labor relacionada con mi profesión agronómica. Pero toda esa formación musical
es también parte de mi acervo cultural y mi maleta, ahora que hago mucho
trabajo como canta autor.
Algunas anécdotas…
Creo que no
había presupuesto en el ITA (para no variar), para invertir en un asunto tan
particular como la Marimba, cuando la prioridad era nuestra formación
agronómica. De esa cuenta, la Marimba no contaba con una “batería” (el complejo
instrumento de percusión que acompaña rítmicamente a la Marimba). Entonces,
Valle Dawson se las arregló para ir armando poco a poco una batería, de pedazo
en pedazo. Así fue que había arreglado con un marimbista de Amatitlán, la
compra de un “ponchín”, que es el juego de dos platos que, uno sobre otro en un
pedestal y accionados desde el pie, hacen los sonidos agudos de la
batería. El asunto es que aquel
marimbista (cuyo nombre no recuerdo), incumplió con la entrega del ponchín y
solo llevó uno de los platos. Valle Dawson se enojó y nos dijo a los marimbistas
que quería ir a reclamar eso a Amatitlán. Consiguió un carro de la escuela, y
una mañana fuimos, alguien más, él y yo, a Amatitlán. Al llegar a su casa nos
encontramos a un marimbista ebrio, que tenía nada para cumplir su compromiso,
pero que además era una especie de herrero, así que se puso a “construir” un
plato de lámina corriente, delante de nosotros y después de una hora entregó un
plato horrible y que no sonaba, con lo que pretendió cumplir su parte del
trato. Recuerdo que Valle Dawson usó sus mejores adjetivos al recibirle aquel
“instrumento musical” y nos fuimos muy molestos. Creo que posteriormente llegó
el marimbista a entregar un plato verdadero.
Otra vez, en
uno de los viajes que hicimos a Sololá, el ejército nos detuvo, a la altura de
la Aldea Chupol, de Chichicastenango. Eran los tiempos complicados del
conflicto armado de nuestro país. Ni modo, ¿qué hacía viajando un numeroso
grupo de jóvenes en un bus en horario nocturno? (Las actividades terminaban
tarde y volvíamos a la Escuela, porque no era fácil conseguir hospedaje para
tantos). Nuevamente la “casaca” de Valle Dawson resolvió las cosas y también la
presencia de Edwin Arriaza (81-83), que viajaba con nosotros como “reportero”
de nuestro Periódico “El Sembrador” -para documentar aquellas jornadas
artístico-sociales-, nos ayudó a seguir el camino, a pesar de la “hebilla de
militar” que Edwin usaba… Todo eso nos
costó dos horas de sueño, amontonados dentro de “La Paloma”.
Otra… Cuando les comenté a mis compañeros de
promoción si recordaban algunos hechos o anécdotas sucedidas con la Marimba
Surcos Sonoros, varios de ellos confesaron que se “colaron” a los viajes de la
Marimba (por ejemplo “Chucha Flaca”, Soto “Búu”, y otros), ofreciendo su apoyo
como “cargadores”, porque sabían que a través de esos viajes y actividades
podrían conseguir traida, comer algo diferente a los frijoles del ITA y con
suerte, echarse uno que otro traguito, mientras los marimbistas “echábamos
punta”. Esos privilegios se acababan cuando Valle Dawson los descubría…
Para cerrar…
Personalmente me siento muy orgulloso de
haber sido parte de aquel conjunto de Marimba “Surcos Sonoros”, con el que nos
convertimos en una especie de “embajadores” del ITA, tal como lo eran nuestros
compañeros deportistas, en el fútbol, en el “beisbol”, en el jaripeo. Creo que “Surcos Sonoros” tuvo una buena
época en aquellos años, 81-83. Creo
también, que todo el ITA y la ENCA deben compartir ese orgullo de que además de
nuestra sólida formación agronómica, podamos en la Escuela, desarrollar esas
actividades culturales, que enriquecen nuestras personas y nuestra gloriosa
Escuela.

Única
foto con que cuento: Grupo de marimbistas del Instituto Técnico de Agricultura,
Bárcena, Villa Nueva. Esta foto fue tomada durante el Festival de Marimbas
escolares que organizaba Paiz, seguramente en el año 1982. Están: Candelario
Ramos (que ya no se llama Candelario, sino Mario Alberto), el "Chicho" Rodas,
"Sangre" Canek, el "Tieso" Cantoral, Güichín Sandoval, Otto
Cabrera Cortéz (EPD), "Radar" Villeda Lemus y yo, agachado (Otoniel
Mora).
Para escribir esta reseña conté con algunos
aportes, datos y recuerdos de algunos colegas Peritos Agrónomos, especialmente,
Ciriaco Umul, Emilio Melgar Pineda (Chipilín), Oscar Barrios (Oscarito), Edgar
Barrios (Camarón o Chacalín), Elfego José Luis Escobar, Julio de León y César
Castillo (quien me propuso escribir esta reseña). También fueron valiosas las confesiones de
“Chucha Flaca” y Soto “Búu”. Salú!