Hace muchos años (pienso que entre 1980 y 1982), con mi cuñada Floridalma Marroquín fuí una tarde de sábado al Teatro de la Universidad Popular, en la Ciudad de Guatemala. Asistimos a una presentación de "Los Árboles Mueren de Pié", del escritor español Alejandro Casona. Recuerdo que quedé muy impresionado por lo que vi. Nunca había ido al Teatro y nunca había sentido un ambiente tan emotivo. El único Teatro que había presenciado alguna vez, fué seguramente en la escuela, pero el ver a actores profesionales significó otra cosa para mí.

Lo que sí sé es que su título me hizo pensar mucho, durante mucho tiempo, sobre la vida de los árboles y cómo efectivamente mueren de pié, a menos que los derribe un hacha, una sierra, un rayo, una tormenta o un vendaval.
Los árboles soportan el paso del tiempo en silencio, quietos, serenos, y en sus ramas son capaces de anidar a cuanta vida busque su protección. Animales y plantas se aferran a él y hasta le roban su propia vida para alimentarse. Los árboles dan vida desde que nacen y siguen dando vida aún muertos, cuando siguen de pié... los árboles mueren de pié.
El tiempo deja sus huellas en el árbol en forma de heridas que engruesan su piel y la arrugan, pero el árbol no cede. A lo más que llega es a botar sus hojas o a dejar que el viento se las robe, pero nada de eso cambia al árbol, que sigue de pié. ¿o no? ¿quién sabe? ¿quién sabe si el árbol sufre con cada hoja que se desprende de él?
Me nació esta duda cuando imaginé que la vida de un árbol es semejante a la vida de un ser humano, que en todo su recorrido de vida va entregándose, va dándose, va dando abrigo a pequeñas vidas, a nuevas vidas, a otras vidas que alguna vez le arrancan alguna hoja, alguna rama...
Algunos hombres y algunas mujeres que alcanzan muchos años de edad aprenden a vivir como los árboles... en silencio, quietos, serenos, y casi mueren de pié...
¿cuánto sufrirán esas personas cuando pierden una hoja? ¿cuánto dolerá? No tengo respuestas para estas preguntas... pero las tendré alguna vez, cuando quizá me toque cargar la piel arrugada, con recuerdos luminosos, o cicatrices, o heridas sin cicatrizar... quizá lo sabré por mí mismo, quizá sabré si duele perder una hoja...
Mientras ese momento llega solo puedo imaginarlo, pero además observar cuánto hacemos los demás sin darnos cuenta de lo que pueda estar pasándole al árbol que tenemos cerca, al viejo o la vieja de quien bebimos la vida, de quien nos alimentamos y ahora sufre...
Muchas veces pasamos encima de las hojas que el árbol botó o le arrancamos, y pisoteamos aquella hojarasca, sin respeto, sin pensar en lo que el árbol guardaba en sus hojas, ni en el dolor que pudo significar perderlas...
Todo eso me pasaba por la mente hasta que finalmente ese montón de ideas se convirtieron en esta canción, que llamé Hojarasca. Quizá ideas como estas también pasaron por la mente de Alejandro Casona y le llevaron a escribir "Los Árboles Mueren de Pié".
Esta es mi canción Hojarasca:
Hojarasca
(Texto y Música: Otoniel Mora)
Por los viejos.
Enero de 1995
Cuando
ha pasado el tiempo
Las
hojas pesan
Los
sueños lloran
Pero aún saben volar
Van
con el viento
Que
las maneja
Pero cantando igual
En
cada arruga el árbol
Fue
concediendo
A la
experiencia
Futuro
sin edad
Como
la noche
Que
va pariendo
Y al día alumbrará
|
En
cada herida vieja
La
sabia brota
Y la
inocencia
Que el árbol llorará
Será
una vida
Sin
compañía
Que despacio andará
Y con
las ramas quietas
Al
despedirse
De la
esperanza
El
árbol sufrirá
Ya
nadie atiende
Su
letanía
Y el árbol morirá
|
Las
hojas vuelan sin rumbo fijo
Nadie
las oye llorar
Pero
se trata de un truco viejo
Para
evitar despertar
A los
ladrones de la inocencia
A los
guardianes de la verdad
Y sin
más riesgo morir casi en paz
|
Las
hojas caen y habrán volado
Su
verde ya floreció
Ya
sobre el suelo son hojarasca
Son
nada más humedad
Que
pisotea la indiferencia
Que
va barriendo la impunidad
Que
las condena a la soledad.
|
En 1995 yo formaba parte del Grupo Kenchas y cuando grabamos el disco Escenario, en el que pusimos diez temas compuestos por nosotros mismos, yo aporté dos canciones: Elemental y Hojarasca.
En la grabación de Hojarasca, recuerdo que Danilo Rodríguez además de poner especial cuidado en el arreglo, grabó el piano, al contrabajo y el tiple colombiano. Fernando Juárez grabó la flauta transversa y la segunda voz. Edson Rodríguez grabó el kenacho y la zampoña. Yo canté.
Esta es la grabación que hicimos con el Grupo Kenchas, creo que en 1995. Se escucha el piano del Teatro Municipal de Xela, a donde fuimos para grabarlo. El resto de instrumentos y voces fueron grabados en el estudio del Grupo Kenchas (Andes Producciones).
Le invito a escucharla.
Le invito a escucharla.
Excelente artículo. Yo tuve la oportunidad de leer la obra de Alejandro Casona "Los árboles mueren de pie" en mi adolescencia (una de las primeras que leí). Me gusta mucho tu artículo y la canción.
ResponderEliminarRony Salazar Barrios.
Muchas gracias Rony!
EliminarQue gusto tener tu comunicación!
Salú!
Sos un poeta Oto!
ResponderEliminarMe gusto mucho la metáfora entre la vida del árbol y la del humano. En diversificado mi profesora de psicología nos hizo un test dibujando un árbol, y cada línea o arruga sobre la corteza, representaba una herida del alma.
Saludos!
Homero Mendoza
Yo creo honestamente que me queda grande la "etiqueta" de poeta... pero te agradezco tu comentario Homero.
EliminarSobre todo agradezco tu atención y tu amistad.
Por ahí vamos caminando...
Salú!
Conforme pasa el tiempo que nos hace viejos, la vida deja de ser vertiginosa y violenta y empezamos a cavilar sobre ella, dándonos cuenta de lo que hemos hecho y logrado en su transcurso. Algunos hemos madurado y obtenido sabiduría, otros somos iguales y otros hemos empeorado, hablo de aspectos generales de nuestras vidas. Pero tal como esos árboles que mueren de pie, igual lo hacemos nosotros los humanos. Por ello, antes que las arrugas sean muchas y la última hoja haya caido de nuestro propio árbol de la vida, fijemos nuestro esfuerzo en los ancianos que dieron o les robamos la vida, nuestros padres, abuelos, amigos, quien sabe quien, para que a nuestro momento, tengamos la dicha de morir de pie con el canto de un ave posado en nuestra rama y no solo con el silencio de la muerte.
ResponderEliminarMarvin O. García Salguero
Ojalá mucha gente reflexionara sobre esto Marvin...
EliminarMuchas gracias!
Salú!