Durante el "V Festival de Poesía Guatemalteca" organizado por el Club de Poesía "Casa los Altos" de Quetzaltenango, realizado del 4 al 7 de septiembre del 2014, amablamente dedicado a mi persona, fueron presentados por dicho Club, los siguientes datos biográficos sobre mi. Los comparto a continuación:
Otoniel Mora
Cantautor
En las cercanías del Puente de los Chocoyos, Xela. Fotógrafo: Enrique Zabaleta. |
Llevar la etiqueta de “cantautor”
es un asunto que
tiene cosas a favor y cosas en contra…
pero en realidad es cuestión que a muy poca gente preocupa.
Otoniel Mora se echó a cargar con eso de
“cantautor” desde hace varios años, cuando se dio
cuenta en algún momento
de que hacer canciones era “cosa seria” pero que podía satisfacer
esa necesidad de expresión y comunicación
que venía
viviendo, sin saber exactamente de qué se trataba.
Así se fue convirtiendo
en una de esas pocas personas a quienes les preocupa este asunto… (¡Con
la esperanza
de
que ese número fuera creciendo!), pero a decir
verdad,
sin
conocer aún la pomposa
etiqueta… “cantautor”.
Fue quizá alrededor de sus 15 o 16 años cuando empezó en eso de hacer canciones (y eso significa más o menos el año 1980), después de haberse pasado lastimando las uñas y haciéndose callos en los dedos desde los once años, al tratar de entenderse con una guitarra.
Otoniel Mora es un quetzalteco nacido en Santo
Tomás La Unión, Suchitepéquez, el viernes 15 de
octubre de 1965. Por eso es “venado”
por nacimiento y
“chivo” por convicción.
De niño tuvo contacto con instrumentos
musicales de juguete,
que
conseguía prestados: una
"colombina",
una "clarina", una armónica. Pero su pasión
nació cuando un vecino
le prestó
una guitarra
de
verdad y un método de "auto- aprendizaje".
De aquel momento hasta hoy, pocas
veces ha estado alejado de la guitarra,
que
le acompaña, no
solo en
las
canciones sino en
la vida.
Su mamá –Doña Hilda, que hoy tiene 91 años- viajó con él a Huehuetenango,
en busca de la que
sería su primera guitarra propia. Allá conoció a su primera compañera, artesanal, de madera casi blanca…
Antes
de aquello había conocido la marimba, en la
Escuela San Juan Bosco, y eso le había
despertado también el apetito por conocer más de la
música y alguna vez poder encontrarse
a sí mismo
con
la música en las manos.
Volver a encontrar a sus 15 o 16 años a un amigo de la niñez –el también cantautor Fernando López- fue el punto de partida para también encontrarse con la
posibilidad de hacer canciones… El intercambio de
aquello que sabían hacer
con
la guitarra les provocaba el interés por hallar otras ideas, notas nuevas, melodías que no se hubieran escuchado, pero sobre todo, cosas qué decir… cantando.
Eran tiempos difíciles en Guatemala.
No
vivíamos en paz. El conflicto armado era real. Eso hacía
también que se sintiera la necesidad de hablar de
aquello en las canciones…
La vida le llevó entonces a la Escuela Central de
Agricultura –Bárcenas, Villa Nueva-
donde además
de
formarse como agrónomo, se hizo también marimbista. (Por supuesto, cargando también con la
guitarra).
Eso le permitió después
pagarse los
primeros tiempos de universidad, trabajando de
marimbista por un par de años con la Marimba Ideal de Quetzaltenango (la de Domingo Bethancourt), lo
que
también amplió su “horizonte musical” -pues la marimba tiene muchas virtudes
para el aprendizaje
de
la música-, además de todo el orgullo que nos da,
sabiéndonos guatemaltecos.
Alrededor
de 17 años se apuntó al estudio
académico
de la música en la Escuela “Jesús Castillo de Xela” (ahora Conservatorio de Música), y recuerda que asistió a sus estudios 17 días… como consecuencia hoy día no es un músico académico, sino un músico autodidacta
que se dedica a hacer sus propias canciones
y las canta… es decir, un “cantautor”.
Con
Fernando López probaron suerte también en
el Conservatorio
Nacional de Música (en 1983), ganando el examen de admisión y también una bolsa de estudio de Q.40.00 al mes (que no alcanzaba para
mucho). Fernando
López se fue a estudiar
al Conservatorio
y Otoniel Mora se quedó en Xela,
para estudiar en la Universidad y cargar por su cuenta con su
carga musical.
Años después se fue involucrando con amigos en diferentes
grupos de música, por ejemplo el grupo
Caudal,
con Fernando Juárez y Henry López (El
grupo se llamó Caudal por un poema de Miguel
Ángel Asturias
que
Fernando López había
musicalizado).
De este grupo se dio la posibilidad de pasar a los Kenchas, (más o menos
en 1990). Kenchas era otro
grupo de música
latinoamericana que recién
se había formado con los hermanos Edson, Danilo y Gabriel Rodríguez,
además de Fernando
Juárez
(después se incorporó Kevin Escobar).
En los
Kenchas estuvo 10 años, en los que hicieron 4 grabaciones (las primeras 3 en
kct y la 4ª. en disco compacto, cuando la tecnología dio ese paso). Aquellas
grabaciones se llamaron: Altiplánico, Llanuras, Escenario y Canto de la Calle, y en ellas
pudo
grabar varias de sus canciones que fueron escritas antes de aquella época: Elemental, Hojarasca, Canto de la Calle y Te Propongo Cantar.
Confiesa que decidió separarse
del
Grupo Kenchas porque personalmente sentía mucha necesidad de cantar y en el grupo cantar era
secundario. Lo primero era la música instrumental.
Después de los Kenchas, participó temporalmente en otros grupos musicales como Jazzúcar, Caudal, Tumbao, Trova Tres, haciendo música de diferentes géneros, pero sin resolver
su
propia necesidad de
cantar y cantar sobre todo, sus propias
canciones. Así que finalmente, alrededor del año 2,000 empezó
a dedicarse
“a solas” al oficio de cantar…
haciéndose acompañar algunas veces por amigos músicos a los que fue considerando parte de “sus
altibajos musicales”
(que
al final de cuentas todos los músicos tienen), pero manteniendo
como
eje de su oficio musical, las canciones, aquellas que logren transmitir ideas y contenidos interesantes y que puedan ser útiles.
Por todo eso, su interés ha sido escribir canciones,
que
pongan a la vista cosas y situaciones que no
debieran pasar por alto, como la vida de la niñez en
la calle, el trato
que
se da a los viejos, las cosas
cotidianas que nos afectan, las esperanzas
que
nos mueven y también alguna que otra historia que tiene
que
ver con el amor, entendido como una de las fuerzas que mueve al mundo.
Ha escrito canciones de reconocimiento
a personajes ilustres de nuestra sociedad como el Lic.
Ernesto Capuano Delvechio,
eminente abogado quetzalteco
que
trabajó en apoyo a la población migrante en México, o a sucesos importantes
de nuestra Historia, como “Totonicapán”, en conmemoración y repudio a los hechos de la cumbre
de
Alaska en el año 2012. También canciones en reconocimiento al trabajo de personas entregadas al
servicio y amor a la humanidad,
como
“Tulipán Azul” y canciones
sobre leyendas locales como
“Xocomil”
sobre los vientos fuertes que mueven al
Lago
de Atitlán por las tardes. No lleva cuenta de cuántas canciones ha hecho, porque al final, eso es menos importante que hacer canciones…
Desde el año 2,000 en que se ha dedicado a cantar “por cuenta propia”, lo ha hecho en
Quetzaltenango, en diversos cafés y restaurantes, así como
en
diversas actividades culturales. Ha actuado en
la ciudad de Guatemala (en lugares como La Bodeguita del Centro y Trova Jazz), en Antigua
Guatemala, en
Totonicapán,
Mazatenango, en Sololá, en Chiapas México, en San Salvador,
El
Salvador; en Managua, Nicaragua, en
las
ciudades de Mendoza y San Salvador de Jujuy de
Argentina y
en la ciudad de Quebec, Canadá.
Otoniel Mora se siente una persona afortunada
al poder dedicarse en medio de su vida familiar y
profesional, a
las canciones… de poder hacerse
muchas oportunidades
para comunicarse con la
gente a través de ellas y de lograr la complicidad de cantar algunas veces juntos, aunque sea a gritos
desafinados, aquellas canciones que nos unen por instantes inolvidables.
La familia de Otoniel Mora ha sido muy importante en
todo este recorrido, porque son la armazón sobre la que funciona todo lo que hace, desde su mamá –
Doña
Hilda- hasta su esposa Carolina
y sus hijos
Edson René, Sergio Javier y Daniela Irene, que han
convivido con esa necesidad suya
de
hacer y cantar
canciones… todos los días.
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Entre los amigos que han compartido con Otoniel
Mora alguna vez el oficio y el amor
por
las canciones y que no quisiera dejar de mencionar,
porque sabe que todos
son
parte del momento actual, por cualquier momento compartido en el
pasado, están Gabriel Rodríguez, Fernando López, Fernando Juárez, Edson Rodríguez,
Edson Rodríguez
Hijo, Emanuel, Danilo Rodríguez, Estuardo
Tomás, Herson y
Otto Boj, Juan Carlos Ronquillo, Juan Carlos Godínez, el Tío Alfredo
Bethancourt, Erwin Quiroa, Román Bethancourt, Fernando Delgado, Carlos Domínguez, Jaime
Quintanilla, los hermanos Alejandro y Mario Morales de San Juan Ostuncalco.
En la poesía ha sido muy importante
para él, conocer
la poesía de Otto René Castillo, Marco Aurelio Alveño y numerosos poetas quetzaltecos,
entre ellos los miembros del Grupo “Los Quijotes” Grupo “Casa Los Altos”, especialmente
Nelton Santiago, Rocío Ramírez, Vilma Calderón,
Hugo Gordillo,
Cecilia, Ligia García, Héctor Rodas Andrade, Nuria González, y mucha gente más a la que aprecio profundamente.
Las grandes referencias
de Otoniel Mora como
cantautores, son nombres como Silvio Rodríguez,
Joan
Manuel Serrat, Pablo
Milanés, Fito Páez, de Ismael Serrano, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute,
Javier Maroto y de otro montón de gente, que generalmente
es poco conocida, por eso de hacer
canciones que no están
destinadas al mercado, sino
a la gente así como cantoras como Mercedes Sosa.
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En palabras de Otoniel Mora: "El mercado le ha hecho mucho daño al arte,
cuando algunos artistas se dedican a lucrar con ella y pierden su esencia de comunicación y estética."
En una calle de Xela. Fotógrafo: Enrique Zabaleta. |
he tenido el privilegio de escuchar al famosísimo Otto Mora desde hace 8 años,, porque no lo había descubierto antes, y desde entonces me impresionó, no sólo por al calidad con que interpreta autores que son de mi agrado, sino también porque las canciones que compone son musicalmente muy bien hechas y tienen un gran sentido, por lo que no es inusual que me vean oyéndolo en cualquier lugar donde esté cantando. Quién al oirlo no quisiera ser la mujer de "Elemental", o evoca un amor en la distancia en "Días de Ausencia", disfruta de lo cotidiano en "Cosas Serias", o se indigna al oir "Totoncapán" o el "Blues del Desengaño", a quién no se le despierta el amor a nuestra tierra, a nuestra gente en "Oración al Maíz" y quién no pensó que pudiera ser un himno que el pueblo debería cantar justo ahora que pasó todo lo de la famosa ley Monsanto...quién no siente la motivación de seguir luchando por nuestros ideales perdidos al oir "Te propongo cantar", quién no imagina la sonrisa abierta y cariñosa de "Ana" quién no puede imaginar las risas sinceras y las miradas tristes de los niños perdidos y se les saltan las lágrimas en "Canto de la Calle"?...y esto es poco para describir lo que su música es capaz de evocar. Al oirlo en vivo, uno puede disfrutar no solo de una velada de trova formidable, sino de una energía poderosa que transmite cada vez que empieza a tocar a Esperanza (su guitarra) y empieza a cantar, energía que queda grabada en todos aquellos que tenemos la fortuna de oirlo y de seguirlo.
ResponderEliminarMás que merecido el homenaje, y sé, que al igual que yo, hay muchísima gente que le dice GRACIAS por compartir su talento y esperamos seguir teniendo la fortuna de oirlo y de que siga componiendo y deleitándonos. Una vez más más ¡¡Felicidades!!!
María del Pilar Pimentel Moreno
Muchas gracias Dra. Pimentel!
ResponderEliminarMuy importante su comentario.
Saludos